Tradición muy arraigada a la localidad es este deporte autóctono que ha pasado de padres a hijos y que se practica actualmente, donde dos equipos formados por seis personas provistos cada uno de rebolos -piedras de formas redondeadas-, con las que tratarán de derribar el mojón -taco de madera de unos 50 centímetros de alto- del contrincante.