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Municipio: El Cocedero de la Cabra
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Cocedero de Altramuces de la Cabra (BIEN DE INTERÉS CULTURAL)

Bienes de Interés Cultural.- Decreto 68/2012, de 27 de abril, por el que se declara el "Conjunto de Huerta, Noria y Cocedero de Altramuces", en la finca "La Cabra", en el término municipal de Monesterio (Badajoz) como Bien de Interés Cultural, con categoría de Lugar de Interés Etnológico. Consultar esta disposición en formato PDF

 

Próximos a la localidad de Monesterio, aproximadamente a unos 2 o 3 km del casco urbano desde la autovía A-66, sale una carretera local, se trata de la BA-V-1668 que une aquella con Calera de León. Antes de llegar a esta población nos encontramos con la finca «La Cabra». El conjunto protegible se localiza justo a la izquierda de la BA-V-1668, justamente en el km 3,25 de esta vía, con lo cual, uno de los muros de la huerta separa a su vez la finca de esta arteria.

Se trata de un conjunto de inmuebles e ingenios que ocupan un espacio alrededor de un manantial sito en un espacio de dehesa de encina. En primer lugar nos encontramos una gran huerta formando un rectángulo, delimitado por un muro perimetral levantado a una primera altura en piedra formando mampostería con mortero de tierra y a una segunda altura mediante tapial. La parte superior se remata mediante un tejadillo que no se conserva en todo el espacio pero proporciona una idea acertada del sentido ornamental que la arquitectura vernácula dispersa tenía, incluso en construcciones netamente funcionales como las que aquí nos ocupan.

Aproximadamente en el ángulo superior derecho del rectángulo que forma la huerta, se ubica la noria que surtía de agua a aquella y a la caldera y albercas de endulzado y cocción de altramuces o «chochos». La construcción que se conserva se encuentra bastante derruida pero podemos observar la estructura de piedra seca de la misma y la entrada, formada por una sencilla puerta con arco de medio punto de ladrillo bien conservado. El interior forma una sencilla bóveda de cañón hasta llegar al manantial, cuyo pozo se forma mediante mampostería de piedra y ladrillo. Este se remata con una baranda de hierro para evitar accidentes. El acceso al emplazamiento se lleva a cabo mediante una rampa aún visible.

De la noria parte un canal de más de 2 metros de altura elaborado mediante mampostería de piedra y ladrillo que conduce el agua hasta las albercas, donde se llevaba a cabo el proceso de endulzado de las legumbres. Las albercas se levantan mediante ladrillo, habiendo sido revocadas en los últimos años de uso mediante material industrial (cemento, probablemente). Conforman una estructura donde una pared divide en dos el conjunto, una de ellas formando una subdivisión de la alberca y otra dividida en tres compartimentos, donde se llevaban a cabo los pertinentes cambios de agua de los altramuces para que perdieran el amargor y la toxicidad generada por sus alcaloides antes de proceder a su cocción en la caldera. La cocción se llevaba a cabo cerca de las albercas, en una plataforma cilíndrica de ladrillo y piedra donde se encajaba una caldera de hierro que no se conserva.

El último inmueble de este conjunto lo conforma la casilla del hortelano; construcción de planta cuadrada con muros levantados a dos alturas, la primera mediante mampostería de piedra y la segunda mediante tapial. La cubierta de la casilla es a dos aguas y en su interior (muy deteriorado) se acondicionó una sencilla armadura de parhilera para sostener la cubierta.

La datación temporal del conjunto se centra en las primeras décadas del siglo XX, comenzando su abandono progresivo en los años sesenta de dicha centuria, momento en el que las actividades agroganaderas tradicionales sufren un serio revés a consecuencia de las reconversiones sufridas y la subsiguiente sangría migratorio de las comarcas extremeñas.

Los seis elementos de los que consta el conjunto (Noria, huerta, albercas, cocedero, canal y casa de hortelano), aun no formando parte de un mismo proceso de trabajo, han de entenderse como un todo, en tanto conforman una red de aprovechamientos, producciones y transformaciones de recursos que sólo fueron posibles merced a la presencia de un importante acuífero o manantial.

En dicho manantial, se sitúan los ingenios de la noria, la cual surtía de agua a la gran huerta delimitada por el peculiar muro que la separa del espacio exterior de la dehesa y la carretera BA-V-1668 que conduce hasta Calera de León. La presencia del manantial permitía el riego de numerosas especies hortícolas (lechuga, acelga, espinaca, judía verde, tomate, principalmente) que tenían un importante papel en el comercio local de las poblaciones cercanas, todo en el seno de una economía poco monetarizada, donde las transacciones comerciales eran de escaso radio. Tampoco faltaban árboles frutales como caqui, higuera, almendro y perero o manzano. No es común hallar un agrosistema de estas características en medio de un espacio como la dehesa, de ahí que el emplazamiento (incluyendo el espacio protegible y su delimitación de 100 metros) albergara numerosos aprovechamientos de distinta índole, léase, los propios de la huerta y los de la dehesa (ganaderos, forestales).

Por otro lado, el agua del manantial extraída a través de la noria permitía el mantenimiento de una crucial infraestructura que permitía garantizar al ganado porcino el aprovechamiento de una legumbre autóctona, el altramuz o «chocho» (Lupinus sp.), cultivado en estos últimos espacios pero inaprovechable en ausencia de tales ingenios. De ese modo, el canal que parte de la noria conduce el agua, respectivamente, al cocedero de altramuces y a las albercas de endulzado próximas. Tras cosecharse las legumbres en verano, las mismas se depositan en la caldera de hierro del cocedero, alimentado con leña o carbón vegetal, para proceder a su correspondiente cocción.

Tras esta primera fase, las correspondientes tandas de altramuces cocidos se depositan en las albercas llenas del agua de la noria donde permanecían en cada una un determinado tiempo (a criterio del hortelano u otra persona encargada de la actividad, contratado por los dueños de la finca) hasta que perdían el amargor proporcionado por los alcaloides responsables de la toxicidad de las plantas. De ese modo, el ganado porcino salvaba una crítica coyuntura, la veraniega, momento en el que las escasas posibilidades que este animal tiene para sustituir de pastos y vegetales ricos en celulosa al estar incapacitado para la rumia, convertían a la etapa estival en un período crítico en ausencia de aportes adicionales de pienso. Esta adversidad se salvaba proporcionándoles un alimento energético y nutritivo como el altramuz.

Por último, la casilla del hortelano era el lugar donde pernoctaba la persona encargada de mantener la huerta y en ocasiones el complejo proceso del endulzado del altramuz.

Lo más relevante de esta red de procesos de trabajo es la inserción de la huerta en un ecosistema como el de la dehesa, y la posibilidad de transformar un producto propio de esta última en favor del cerdo, gracias al manantial donde se ubica la noria, sin el cual sería imposible tanto la conversión del altramuz en un recurso estratégico para la economía de la dehesa como el surgimiento de una huerta con tan importante papel en la economía rural de la primera mitad del siglo XX.

Podemos concluir que el conjunto, en lo puramente arquitectónico, integra las más destacadas técnicas constructivas de buena parte de la provincia, coexistiendo la mampostería, la piedra seca y el tapial, utilizando la piedra local y el ladrillo como materiales más destacados. Del mismo modo, configura un peculiar conjunto testigo de la ósmosis existente entre dos espacios muy diferentes: la dehesa y la huerta, merced a la presencia de agua, lo que permitía el mantenimiento de la segunda y el tratamiento del altramuz, recurso de la primera. Igualmente, el altramuz o «chocho» y su proceso de transformación era un importante aspecto en el ciclo del engorde del cerdo durante la etapa estival, tan crucial como la montanera otoñal, a pesar del desconocimiento del mismo, lo cual nos habla de las estrategias ecológicas de cara a la cría y manejo de este animal durante las décadas previas a la introducción de recursos alimenticios foráneos (piensos).